Voy a empezar hablando de la brevedad. Empezando por la de este evento que sólo durará alrededor de quince minutos para permitir a todos los participantes reanudar sus actividades académicas que son la razón última por la cual estamos todos aquí en esta universidad. Unos minutos pueden parecer breves si se trata de resumir en ellos, el significado de una vida. Sin embargo, ¿cuantos minutos dedicamos realmente a pensar en el sentido de nuestras propias vidas?. Recordemos los adagios que nos recuerdan que el tiempo vuela y que la vida es breve.
Hoy estamos aquí reunidos para pensar en cómo fueron privados de sus vidas dos compañeros universitarios: Gerardo González Guerrero, profesor de tiempo completo del Programa de Psicología, y Jaime Alejandro Irigoyen Flores, alumno del Programa de Derecho. Ambos formaron parte de este Instituto.
No podemos callar que sus vidas fueron segadas por la violencia. No podemos silenciar que esa violencia se ha enseñoreado de nuestra ciudad. No podemos dejar de anotar que el número de vidas arrancado por la violencia criminal en este año es comparable al número de víctimas que cobran una guerra, una epidemia, o una catástrofe natural. Sin embargo, poco hay en el ambiente en el que se desarrolla nuestra vida pública que nos invite a reflexionar sobre las causas profundas de la violencia criminal que hoy día nos agobia.
Reflexionar sobre esa violencia que nos envuelve y nos golpea es tan importante como pensar en nuestras vidas. No podemos consolarnos con el hecho de que aún permanecemos vivos. Las muertes de Gerardo y de Jaime nos recuerdan que todavía estamos aquí y que no es la violencia la que priva de sentido a nuestras vidas. Porque las vidas de Gerardo y de Jaime Alejandro tuvieron un sentido que no pudo arrebatarles la violencia criminal que produjo su muerte.
Gerardo se lleva consigo la valentía de una lucha con una mortal enfermedad sin haber abandonado la actividad académica. Jaime se lleva el orgullo de sus padres por su empeño en hacer algo de su vida. Algo que se hace visible en unos grandes números para una vida breve: el de una matrícula en una escuela de alta demanda y exigencia y el de una camiseta de pitcher del equipo de béisbol de los indios de esta universidad.
No es sólo por el sinsentido de la violencia que los asesinó por lo que debemos preguntarnos en este momento, sino por el sentido que tienen nuestra propias vidas en la circunstancias que les impone esa sinrazón imperante. La pregunta que les invitamos a hacer es esta: ¿Qué respuesta vamos a dar como universitarios, como ciudadanos y como seres humanos a esta deshumanización en la que estamos derivando?
Los organizadores de esta jornada no pretendemos tener una respuesta universalizable. Pero si pensamos que tenemos una respuesta universitaria. Como universitarios pensamos que debemos atender las distintas voces y por eso invitamos a que esas voces se multipliquen sin más obstáculos que la iniciativa vital y las acciones decisivas, tanto de los universitarios como personas, como de sus representantes y autoridades.
Termino con una cita del texto De la Brevedad de la vida de Lucio Anneo Séneca
Hoy estamos aquí reunidos para pensar en cómo fueron privados de sus vidas dos compañeros universitarios: Gerardo González Guerrero, profesor de tiempo completo del Programa de Psicología, y Jaime Alejandro Irigoyen Flores, alumno del Programa de Derecho. Ambos formaron parte de este Instituto.
No podemos callar que sus vidas fueron segadas por la violencia. No podemos silenciar que esa violencia se ha enseñoreado de nuestra ciudad. No podemos dejar de anotar que el número de vidas arrancado por la violencia criminal en este año es comparable al número de víctimas que cobran una guerra, una epidemia, o una catástrofe natural. Sin embargo, poco hay en el ambiente en el que se desarrolla nuestra vida pública que nos invite a reflexionar sobre las causas profundas de la violencia criminal que hoy día nos agobia.
Reflexionar sobre esa violencia que nos envuelve y nos golpea es tan importante como pensar en nuestras vidas. No podemos consolarnos con el hecho de que aún permanecemos vivos. Las muertes de Gerardo y de Jaime nos recuerdan que todavía estamos aquí y que no es la violencia la que priva de sentido a nuestras vidas. Porque las vidas de Gerardo y de Jaime Alejandro tuvieron un sentido que no pudo arrebatarles la violencia criminal que produjo su muerte.
Gerardo se lleva consigo la valentía de una lucha con una mortal enfermedad sin haber abandonado la actividad académica. Jaime se lleva el orgullo de sus padres por su empeño en hacer algo de su vida. Algo que se hace visible en unos grandes números para una vida breve: el de una matrícula en una escuela de alta demanda y exigencia y el de una camiseta de pitcher del equipo de béisbol de los indios de esta universidad.
No es sólo por el sinsentido de la violencia que los asesinó por lo que debemos preguntarnos en este momento, sino por el sentido que tienen nuestra propias vidas en la circunstancias que les impone esa sinrazón imperante. La pregunta que les invitamos a hacer es esta: ¿Qué respuesta vamos a dar como universitarios, como ciudadanos y como seres humanos a esta deshumanización en la que estamos derivando?
Los organizadores de esta jornada no pretendemos tener una respuesta universalizable. Pero si pensamos que tenemos una respuesta universitaria. Como universitarios pensamos que debemos atender las distintas voces y por eso invitamos a que esas voces se multipliquen sin más obstáculos que la iniciativa vital y las acciones decisivas, tanto de los universitarios como personas, como de sus representantes y autoridades.
Termino con una cita del texto De la Brevedad de la vida de Lucio Anneo Séneca
No tenemos poco tiempo, sino que perdemos mucho. Bastante larga es la vida que se nos da y en ella se pueden llevar a cabo grandes cosas, si toda ella se empleara bien; pero si se disipa en el lujo y en la negligencia, si no se gasta en nada bueno, cuando por fin nos aprieta la última necesidad, nos damos cuenta de que se ha ido una vida que ni siquiera habíamos entendido que estaba pasando.
En la memoria de Gerardo y de Jaime Alejandro, más que un minuto de silencio, una respuesta universitaria.
Por una vida científica por una ciencia vital.
Cd. Juárez Chihuahua, 27 de enero del 2009
Cd. Juárez Chihuahua, 27 de enero del 2009
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* Participación leída en la jornada de luto in memoriam de Gerardo González y Jaime Irigoyen, en ICSA-UACJ el 27 de enero de 2009.
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